Su nombre proviene del latín 'moneta', apodo con que se nombraba a la Diosa Juno, cuyo templo en Roma era usado para acuñar las monedas.
En países de Asia y África se usaron valvas de cauríes, unos moluscos, como monedas primitivas, especialmente en China e India, unos 3.500 años antes. Los chinos usaron monedas de hierro hacia el siglo IX a C., pero las reemplazaron por papel moneda, pues eran muy pesadas.
Leonardo Da Vinci realizó estudios sobre la fabricación de las monedas y trató de sustituir el martillamiento en caliente de las monedas extraídas de lingotes metálicos, por el corte de discos metálicos lisos, de cinta ya preparada con el espesor deseado. Reunió en una sola máquina, mediante punzones especiales, las dos operaciones de corte y acuñación para la Ceca Vaticana.
Antes de su aparición, los negocios se hacían mediante trueque o intercambio de bienes o elementos, y también se llegaban a pagar las mercaderías con lingotes de oro y plata. Al implementarse el uso de una moneda que tenía siempre el mismo valor, aumentó los intercambios mercantiles.